Durante la entrada anterior se habló sobre el papel que tiene la fuerza durante el proceso de readaptación a una lesión muscular. En ella, se incluyó la fuerza muscular como un factor de riesgo a tener en cuenta, tanto previa como posteriormente a una lesión. Por otra parte, otro punto destacado fue la capacidad excéntrica del músculo como herramienta a utilizar durante la recuperación.
Cualquier movimiento realizado activamente requiere de una contracción concéntrica, en la que el músculo se contrae y las inserciones musculares se aproximan, seguida de una contracción excéntrica, en la cual el músculo sigue contraído pero en las inserciones musculares se alejan entre sí. Aunque parece algo muy teórico, es algo que realizamos diariamente en las tareas deportivas: la recepción después de un salto, frenar cuando vamos corriendo cuesta abajo o alargar la pierna para controlar ese balón alto que viene desde lejos.
Es precisamente en estos movimientos cuando, habitualmente, se producen las lesiones musculares por mecanismo indirecto. En movimientos donde el músculo debe ser lo suficientemente competente como para mantenerse activo en una posición máxima de estiramiento. Es decir, cuando se lleva al músculo a una contracción excéntrica límite que no es capaz de soportar.
Pongamos como ejemplo, en este caso, una lesión muscular indirecta de los isquiotibiales. Curiosamente, la lesión muscular más común en futbolistas. Cuando se habla de este grupo muscular se sabe que la mayoría de lesiones se producen durante carreras de alta velocidad y, aunque con menor medida, por estiramientos, deslizamientos, giros o pases.
Tras una rotura muscular, el alcance de la lesión es crucial para tener en mente dos objetivos: conocer el pronóstico y establecer el programa de carga. Una vez conocida la historia natural de la lesión se establecen unas pautas y unos criterios para pautar la progresión según el estado lesional.
En primer lugar, pasada la fase aguda y de activación muscular, tan pronto como el jugador pueda reclutar la musculatura sin dolor ni inhibición es recomendable empezar a ejercitar a nivel excéntrico de una forma controlada. Con este tipo de ejercicio se busca facilitar la adaptación del tejido sin llegar a provocar daño. Según vaya avanzando el proceso de regeneración tisular e incrementando la carga, se hace hincapié en ampliar la longitud de movimiento de cada ejercicio. Esta pauta se justifica porque, como se comentó anteriormente, si hablamos de riesgo de lesión deberíamos sumar otro componente a la fórmula por el hecho que posteriormente a una lesión muscular el pico máximo de fuerza se da en amplitud interna.
Por lo tanto, siguiendo esta metodología y de manera progresiva, al final de la readaptación se insistirá en ejercicios excéntricos dirigidos al mecanismo lesional. Para que esto ocurra, se incluirán ejercicios predominantes tanto de rodilla como de cadera: single deadlift, nordic hamstring o one-leg bridge. Con esto, el fisioterapeuta busca que el jugador sea capaz de enfrentarse a la misma acción que le produjo la lesión, a través de la cual mejorará tanto la fuerza del músculo en rangos externos como la cognición del deportista.
Pero no todo es excéntrico. Efectivamente, se ha demostrado que tras una lesión de isquiotibiales es más efectivo un programa de ejercicio excéntrico que otro convencional.¹ Pero una lesión muscular no debe ser llevada con solo un tipo de ejercicio y enfocada simplemente al grupo muscular afectado. Comparando un programa solo con excéntricos con otro individualizado, multifactorial y enfocado en los factores de riesgo se obtiene que hay un menor riesgo de volver a lesionarse y un mejor rendimiento posterior a la lesión.² Para ello, es importante manejar la carga según el momento de la recuperación, pero también estudiar los factores de riesgo que presenta el deportista: lesiones previas, mecanismo lesional, posición que ocupa en el campo, nivel de rendimiento, calidad de movimiento, fuerza de otros grupos musculares, entre otros. Es decir, individualización. A partir de ahí, efectivamente el ejercicio excéntrico es uno de los mejores ejercicios para reducir el riesgo lesional, aunque se aconseja combinarlos con ejercicios de otros grupos musculares, restaurar una buena técnica de carrera, situaciones que simulen el juego o introducir tareas progresivas complejas del deporte practicado.
Con todo esto, tras una lesión muscular viene el momento de la compleja decisión de RTP (Return To Play), la cual se basa en los siguientes tres criterios:
- Curación tisular suficiente para soportar la carga de competición.
- Desempeño de los objetivos de cada fase de recuperación.
- El jugador está preparado (cognitivamente) para competir.
Pero no todo queda ahí. Cabe destacar que, generalmente y aunque el jugador esté de vuelta a la competición, tras una rotura muscular todavía permanece el déficit de fuerza excéntrica. Es decir, el jugador puede estar jugando a un nivel alto y sin síntomas pero con un déficit de fuerza que puede aumentar el riesgo de recaída. Este hecho nos influye en la importancia de la prevención secundaria para mejorar todos aquellos aspectos que pueden influir en el rendimiento deportivo.
En fin, ante una lesión muscular no queda otra que saber qué ha pasado, por qué ha sucedido y cómo ha ocurrido. A partir de ahí, la meta es clara: promover la reparación muscular según el momento de la lesión para disminuir el riesgo de recaída, aumentar la disponibilidad del deportista y, en consecuencia, el rendimiento.
Para saber más:
- Acute hamstring injuries in Swedish elite football: a prospective randomised controlled clinical trial comparing two rehabilitation protocols. Askling CM, Tengvar M, Thorstensson A. Br J Sports Med. 2013 Oct;47(15):953-9.
- Hamstring strength and flexibility after hamstring strain injury: a systematic review and meta-analysis. Maniar N, Shield AJ, Williams MD, Timmins RG, Opar DA. Br J Sports Med. 2016 Aug;50(15):909-20.
- Muscle Injury Guide: Prevention of and return to play from muscle injuries. Barça Innovation Hub. 2018.
- Muscle Injuries Clinical Guide 3.0. FC Barcelona. January 2015.