No os asustéis, no vengo a hablar sobre un asesino de adolescentes vestido de pescador, pero el título refleja a la perfección la sensación que estamos teniendo con algunos pacientes tras las vacaciones.

Retrocederé un poco en el tiempo. Soy estudiante, último curso del Grado, y desde hace un año veo clínica aquí, con Arturo Such e Iván Monzó. Primeros pacientes, primeras historias (personales y clínicas), evoluciones, involuciones, replanteamientos, bizcochos de agradecimiento. Primeras vacaciones. Quien me conoce sabe lo que supone para mí aprender en Moviment i Salut, pero cuando me han preguntado sobre mis ganas de la “vuelta al cole” mi respuesta ha sorprendido: “estoy impaciente por saber cómo ha sido el verano de algunos pacientes”.

En el mes de julio y principios de agosto llegaron a la clínica varias personas con dolor, tras la valoración: dolor disfuncional. Las historias, aunque diferentes, tenían puntos en común: desesperación, peregrinaje terapéutico, abandono de actividades, incertidumbre sobre su futuro. Dos de ellas habían abandonado el trabajo, ninguna andaba sobrada. La más joven tenía 22 años y vino la última semana. El centro de su vida: su dolor. Si hacíamos cálculos, no había tiempo para cuadrar el programa de una sesión semanal y acabar antes de vacaciones. El objetivo siempre es que recuperen su vida, cuanto antes mejor. Así que asumimos las circunstancias y realizamos programas intensivos, adaptados a las necesidades más urgentes de cada uno. En cada sesión nos contaban cómo cambiaba el dolor, el significado de este, los comportamientos asociados, su entorno y su día a día. Cuando cerramos la persiana todos referían que se sentían 100% capaces de recuperar su vida y estaban seguros de que su problema, si había empezado en el tejido, ahora este no era el protagonista. Arturo consiguió que se fueran con un mensaje reforzado y las dudas disipadas. Y por si le quedaba alguna duda a la benjamina, la borramos el último día haciendo pinos y volteretas.

Todos han tenido cita esta semana, la primera revisión. Y todos han tenido el verano que se merecían. El que quería trabajar, feliz por trabajar. El que quería disfrutar, feliz por disfrutar. En el centro de su vida: su vida. Tendrán que seguir el camino pero sin duda han caminado mucho desde el primer paso, que era saber qué estaba pasando.

Ver como una persona vuelve a ser ella misma después de años de dolor es lo mejor que me ha dado la Fisioterapia hasta ahora. Hay luces y sombras en mi futura profesión, pero la verdad es que las luces brillan muchísimo.